La presencia de agua dulce a bordo de cualquier artefacto naval lleva siendo una necesidad desde los inicios del ser humano en la exploración de mares y océanos. Viene a ser una paradoja, ya que pese a estar rodeado por la inmensidad del mar, no hay mayor miedo que verse sin agua potable.

Desde la antigüedad, debido a los primeros conocimientos del funcionamiento de la naturaleza y de la evaporación del agua, se cita un evaporador creado por Aristóteles (384 – 322 A.C.). Este servía para obtener agua a través del agua de mar para ocasiones de máxima necesidad en alta mar. Creando así el concepto de desalación. Otros autores como Tales de Mileto o Demócrito hicieron su aportación en la historia, pero no es hasta la edad moderna donde se llegan a diseñar rudimentarios alambiques para barcos del siglo XVI. 

Por esa época el agua dulce era almacenada y transportada, situada en las bodegas de los navíos y contenida en toneles, pipas y barriles. Debido a las cantidades necesarias, el agua dulce, era entendida como lastre y debía ser reemplazada por agua salada una vez consumida para tener una buena distribución y, por ende, no poner en peligro la estabilidad del buque. Sin ningún tipo de tratamiento el agua contenida en barriles se empezaba a deteriorar o corromper a partir del octavo día de travesía. Para evitar esto se realizaron numerosos experimentos; el más extendido consistía en dar un tratamiento de cal viva a los recipientes, los cuales una vez limpios podían mantener el agua clara y pura hasta 6 meses. La culminación fue la creación de un sistema que permitía extraer agua dulce del agua salada.  En 1763 cuando el doctor Mr. Puisonnier, médico de la facultad de París, hace público un sistema propio para la destilación de agua de mar a bordo de navíos. Estos primeros procesos poseían un bajo rendimiento, y no es hasta el siglo XIX cuando este proceso se perfecciona para su aplicación en los primeros transatlánticos, ligado al advenimiento de la navegación a vapor.

Siendo a mediados del siglo XX cuando se empieza a expandir la aplicación en tierra en forma de plantas desaladoras en localizaciones áridas. La primera planta instalada en Europa fue en España, concretamente en la isla de Lanzarote en el año 1964 con una producción de 2.500 m3 al día. No es hasta finales de la década de 1960 cuando se logra crear de manera sintética la primera membrana semipermeable que abre las puertas al desarrollo de los procesos basados en la ósmosis inversa, escribiendo un nuevo capítulo en la historia de la desalación de agua de mar.

La ósmosis inversa es primordial para muchos de los inconvenientes que imponen los tanques de agua. Este proceso es uno de los métodos más efectivos para suministrar agua dulce a bordo. Un sistema de ósmosis inversa ahorrará el peso y el espacio de los tanques de agua mientras produce agua dulce a bordo a pedido. A medida que el peso del barco disminuye, el barco simultáneamente ahorrará energía y combustible. Además, el espacio que normalmente utilizan los tanques de agua  puede ocuparse para otros fines, El agua dulce que se produce también se puede utilizar para mantener el barco en sí. El uso de agua dulce en el exterior deja un acabado mucho más impecable y dará como resultado un exterior impecable.