Desde principios de los años 90, un pequeño molusco invasor conocido como mejillón dorado (Limnoperna fortunei) ha colonizado silenciosamente los ríos de América del Sur. Su rápida expansión ha impactado fuertemente tanto ecosistemas como infraestructuras estratégicas.

El impacto ecológico del mejillón dorado

Sus densidades pueden superar los 80.000 ejemplares por m², desplazando bivalvos nativos, alterando hábitats y modificando cadenas tróficas. Además, retiene el carbono particulado que antes fluía al océano, afectando los ecosistemas marinos costeros.

Investigaciones como las de la TED Fellow Marcela Ulliano da Silva, que secuenció el genoma del mejillón, permiten nuevas estrategias de monitoreo y control inteligente. Estos avances refuerzan la urgencia de soluciones sostenibles para frenar la expansión de la especie hacia regiones sensibles como la Amazonia.


Mapa de la migración del mejillón dorado.
El mejillón dorado (Limnoperna fortunei) es originario de Asia y llegó a Sudamérica en la década de 1990 a través del agua de lastre de barcos. Desde entonces se expandió por la cuenca del Río de la Plata y hoy coloniza gran parte de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay.

 

¿Cómo afecta el mejillón dorado nuestros ríos?

El mejillón dorado prospera en ambientes de agua dulce, colonizando tuberías, tomas y circuitos internos. Esto genera obstrucciones, pérdida de caudal, sobrecalentamientos y mayor consumo de combustible en embarcaciones e industrias. En contextos como la Hidrovía Paraguay–Paraná, donde la logística depende de la continuidad, minimizar este riesgo no es solo un tema técnico: es un factor clave de competitividad.

Una parada no programada representa una pérdida enorme por día de inactividad. En el caso del mejillón dorado, se requieren al menos tres días para realizar una limpieza mecánica con el agravante de que en ocasiones se requiere más de una limpieza por año.

Además, la especie afecta sistemas de refrigeración, ocluye filtros y tuberías, impacta sistemas de riego y acuicultura. En general, ocasiona reducción de la sección útil de las tuberías, acumulación de valvas vacías, aumento de fricción en flujos y contaminación de las vías de agua por mortandad masiva debido a tratamientos inadecuados. Si se consideran los días de limpieza mecánica por buque y se multiplican por el total de la flota, el impacto económico es enorme.

Una nueva generación de soluciones: el poder de los iones de cobre

Hoy existen tecnologías que atacan el biofouling desde la raíz, sin depender de químicos halogenados.

Electropack utiliza iones de cobre para prevenir incrustaciones biológicas en circuitos internos de agua de río. Su acción automática y segura requiere menos de 2 ppb de cobre, evitando el uso de cloro u otros químicos que generan subproductos nocivos. Una solución sustentable para barcos y sistemas hídricos del litoral argentino y paraguayo.

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Beneficios clave:

• Automático: no requiere intervención diaria.
• Eficiente: cubre todo el circuito
• Ecoamigable: no utiliza químicos agresivos.
• Alarma visual: avisa cuándo reemplazar el ánodo.
• Fácil mantenimiento: el cambio de ánodo es sencillo y manual.

Conclusión

El mejillón dorado es una realidad, pero puede ser controlado. Con un abordaje científico, innovador y sustentable, es posible proteger tanto los ecosistemas como las infraestructuras vitales de la región. Tecnologías como Electropack representan un paso adelante en la defensa de nuestras recursos hídricos y en la continuidad segura de la navegación y de la industria.

Ficha complementaria
Fuentes investigadas: